DESPIDOS EN DERIO
Comunicaros que el pasado viernes 25 de enero de 2013, fueros despedidos cuatro compañeros.
Tres de esos despidos fueron objetivos, con una indemnización de 20 días por año trabajado.
El cuarto despido merece una explicación adicional, por su naturaleza, y por el impacto que está teniendo entre los profesionales.
Se trata del despido de un compañero a quien muchos conoceréis y habreis trabajado con él, ya que llevaba 33 años en esta empresa.
La empresa ha decidido ejercer en este caso un despido procedente (es decir, un despido sin indemnización alguna), y los motivos argumentados han sido fundamentalmente “Falta de motivación” que supuestamente causaba un mal desempeño de sus funciones.
Dejando de lado (y en manos de los jueces) la absoluta subjetividad de tales valoraciones, es llamativo comprobar cómo nuestra empresa “recompensa” a los profesionales que llevan toda su vida en esta organización, dejándoles en la calle a falta de unos pocos años para su jubilación, sin ninguna consideración hacia los servicios prestados, sin realizar el más mínimo esfuerzo de buscar soluciones alternativas y menos traumáticas y, sobre todo, intentando ahorrarse cicateramente el desembolso económico que tal despido exige.
Desde luego, no podemos sino llamar la atención a la empresa sobre un hecho incuestionable: con estos modos y maneras, la falta de motivación no es la de los que se van, sino la de los que se quedan.
Actitud y Aptitud.
Comité de Bilbao
Tres de esos despidos fueron objetivos, con una indemnización de 20 días por año trabajado.
El cuarto despido merece una explicación adicional, por su naturaleza, y por el impacto que está teniendo entre los profesionales.
Se trata del despido de un compañero a quien muchos conoceréis y habreis trabajado con él, ya que llevaba 33 años en esta empresa.
La empresa ha decidido ejercer en este caso un despido procedente (es decir, un despido sin indemnización alguna), y los motivos argumentados han sido fundamentalmente “Falta de motivación” que supuestamente causaba un mal desempeño de sus funciones.
Dejando de lado (y en manos de los jueces) la absoluta subjetividad de tales valoraciones, es llamativo comprobar cómo nuestra empresa “recompensa” a los profesionales que llevan toda su vida en esta organización, dejándoles en la calle a falta de unos pocos años para su jubilación, sin ninguna consideración hacia los servicios prestados, sin realizar el más mínimo esfuerzo de buscar soluciones alternativas y menos traumáticas y, sobre todo, intentando ahorrarse cicateramente el desembolso económico que tal despido exige.
Desde luego, no podemos sino llamar la atención a la empresa sobre un hecho incuestionable: con estos modos y maneras, la falta de motivación no es la de los que se van, sino la de los que se quedan.
Actitud y Aptitud.
Comité de Bilbao
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